viernes, 29 de diciembre de 2006

Sesgos en la Percepción de Causa y Efecto

Sesgos en las percepción de Causa y Efecto
Los juicios de causa y efecto son necesarios para explicar el pasado, entender el presente y valorar el futuro. Estos juicios, con frecuencia se ven predispuestos por factores sobre los que se ejerce muy poco control consciente y esto puede tener efecto en los tipos de juicio hechos por los analistas de información de inteligencia. Por la necesidad de imponer orden en nuestro ambiente, buscamos y con frecuencia creemos que encontramos las causas de muchos fenómenos que en realidad son accidentales o al azar. Se sobrestima el grado al que otros países persiguen un plan coherente, coordinado y racional y por ende a sobreestimar también su propia capacidad para predecir eventos futuros en esas naciones. Asimismo se tiende a suponer que las causas son similares a sus efectos, en el sentido de que efectos grandes o importantes deben tener causas grandes.
Cuando se infieren las causas de un comportamiento, se le concede demasiado peso a las cualidades personales y disposiciones del actor y no el suficiente a los determinantes situacionales de las conductas del actor. La gente también sobreestima su propia importancia como causa y blanco del comportamiento de otros. Finalmente la gente con frecuencia percibe relaciones que de hecho no existen, porque no tienen el conocimiento intuitivo de los tipos y cantidad de información necesaria para demostrar que existe una relación.
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No podemos ver la causa y el efecto en el mismo sentido que vemos un escritorio o un árbol. Aún cuando observamos una bola de billar golpear a otra y luego vemos a la que estaba estacionaria comenzar a moverse, no percibimos la causa y el efecto. La conclusión de que una bola hizo que la otra se moviera sólo resulta de un proceso complejo de inferencia, y no de la percepción sensorial directa. La inferencia se basa en la yuxtaposición de eventos en el tiempo y el espacio además de cierta teoría o explicación lógica en cuanto a por qué sucede esto.
Existen varios modos de análisis por los que uno podría inferir la causa y efecto. En un análisis más formal, se hacen las inferencias a través de procedimientos que colectivamente constituyen el método científico. El científico propone una hipótesis, luego la somete a prueba mediante la recopilación y análisis estadístico de datos sobre muchos momentos en que ocurre el fenómeno en cuestión. Incluso entonces, la causalidad no puede demostrarse más allá de toda duda posible. El científico busca refutar una hipótesis, no de confirmarla. Una hipótesis se acepta sólo cuando no se puede rechazar.
La recopilación de datos sobre muchos casos equiparables para probar las hipótesis de causa y efecto no es factible para la mayoría de preguntas de interés para la comunidad de inteligencia, en especial las de gran importancia política o estratégica relacionada con las intenciones de otro país. Para estar seguro, es más factible con mayor frecuencia de lo que se logra, y se debe animar a que hagan mayor uso de procedimientos científicos en la investigación política, económica y estratégica. Pero queda el hecho de que la metodología dominante para el análisis científico es necesariamente bastante diferente. Es la metodología del historiador y no la del científico, y ésta presenta obstáculos para el logro de inferencias exactas sobre la causalidad.
Los procedimientos y criterios que más utilizan los historiadores para atribuir causalidad están menos definidos que los de los científicos.
La meta del historiador es lograr un todo coherente de los eventos que el estudia. Su forma de hacerlo, yo sugiero, es buscar conceptos dominantes o ideas sobresalientes con las que iluminar sus hechos, rastrear las conexiones entre las ideas mismas, y luego mostrar de qué manera los detalles se vuelven inteligibles a la luz de ellos, construyendo una narrativa “significante” de los eventos del periodo en cuestión.104
Las ideas clave aquí son coherencia y narrativa. Son los principios que guían a la organización de las observaciones para formar estructuras y patrones significativos. El historiador por lo común observa solamente un caso, no un patrón de covariación (cuando dos cosas se relacionan de modo que el cambio en uno se asocial con el cambio en el otro) en muchos casos similares. Además, el historiador observa cambios simultáneos en tantas variables que el principio de covariación por lo general no ayuda al seleccionar las relaciones complejas entre ellas. La narrativa, por otra parte, ofrece un medio para organizar la rica complejidad de las observaciones del historiador. El historiador utiliza su imaginación para construir una historia coherente de los fragmentos de datos.
El analista que emplea el modo histórico de análisis es esencialmente un relator de historias. Construye una trama de los eventos anteriores, y esta trama dicta las posibles terminaciones de la historia incompleta. La trama se forma de conceptos dominantes o de ideas principales que el analista usa para postular patrones de relación entre los datos de que dispone. Por supuesto que el analista no está preparando un trabajo de ficción. Existen restricciones a la imaginación del analista, mas sin embargo, la imaginación se ve involucrada porque hay un sin límite de formas en la que se pueden organizar los datos para contar una historia significativa. Las restricciones son las pruebas con que se cuenta y el principio de la coherencia. La historia debe formar un todo lógico y coherente y ser consistente internamente así como de acuerdo con las pruebas disponibles.
Reconocer que el modo histórico o narrativo de análisis implica contra una historia coherente ayuda a explicar los muchos desacuerdos entre los analistas, puesto que la coherencia es un concepto subjetivo. Supone algunas creencias o modelos mentales previos sobre qué va con qué. Más relevante para esta discusión es el uso de la coherencia más que la observación científica como los criterios para juzgar la verdad llevan a prejuicios que supuestamente influyen a todos los analistas en cierto grado. Los juicios de coherencia se pueden ver influenciados por muchos factores externos, y si el analista tiende a favorecer ciertos tipos de explicaciones como más coherentes que otros, se verá prejuiciado a favor de esas explicaciones.
Sesgo en favor de las explicaciones causales
Un sesgo atribuible a la búsqueda de coherencia es la tendencia a buscar explicaciones causales. La coherencia implica orden, así que la gente naturalmente ordena sus observaciones en patrones y relaciones regulares. Si ningún patrón resulta aparente, lo que primero pensamos es que nos falta entender, y no que estamos tratando con fenómenos aleatorios que no tienen propósito o razón. Como ultimo recurso, mucha gente atribuye los sucesos que no puede entender a la existencia de un Dios o al destino, que de algún modo es preordenado; se resisten a pensar que las consecuencias pueden ser determinadas por las fuerzas que interactúan al azar, de manera impredecible. La gente por lo general no acepta la noción de casualidad o de la aleatoriedad. Incluso los jugadores de dados se comportan como si ejercieran cierto control sobre el resultado del lanzamiento de los dados. 105 La prevalencia de la palabra porque en el lenguaje cotidiano refleja la tendencia humana a tratar de identificar las causas.
La gente espera que los eventos en forma de patrones se vean como patrones, los aleatorios se vean como aleatorios, pero este no es el caso. Los eventos aleatorios con frecuencia se ven en forma de patrones. El proceso aleatorio de lanzar al aire una moneda seis veces puede dar como resultado seis águilas consecutivas. De las 32 posibles secuencias de seis lanzamientos de monedas, unas cuantas en realidad parecen “aleatorias”106 Se debe a que la aleatoriedad es una propiedad del proceso que generan los datos que se producen y puede en algunos casos demostrarse mediante el análisis científico (estadístico). Sin embargo los eventos nunca se van a percibir como aleatorios; se puede encontrar un patrón aparente en casi cualquier conjunto de datos o crear una narrativa coherente de cualquier conjunto de eventos.
Por la necesidad de imponer orden en su medio ambiente, la gente busca y con frecuencia cree encontrar las causas de lo que en realidad son fenómenos que ocurren al azar. Durante la Segunda Guerra Mundial, los londinenses propusieron una variedad de explicaciones causales para el patrón de bombardeo alemán. Las explicaciones con frecuencia guiaban sus decisiones sobre dónde vivir y cuándo refugiarse durante los ataques aéreos. Sin embargo, mediante análisis realizados después de la guerra se determinó que el agrupamiento de bombazos se acercó mucho a una distribución aleatoria.107
Supuestamente los alemanes tenían la intención de contar con un patrón determinado, pero estos patrones cambiaron con el tiempo. Y no siempre se lograron, así que el resultado neto fue casi un patrón aleatorio de bombazos. Los londinenses enfocaron su atención en unos cuantos grupos de aciertos que apoyaban sus hipótesis referente a la intención de los alemanes, pero no en los muchos casos en que no.
Investigaciones en paleobiología parecen ilustrar la misma tendencia. Se desarrolló un programa de computadora para simular los cambios evolutivos en el tiempo en las especies animales. Pero las transiciones de un periodo a otro no son determinadas por la selección natural u otro proceso regular: estaban determinadas por números aleatorios generados al azar. Los patrones generados por este programa son similares a los de la naturaleza que los paleobiólogos han estado tratado de entender. Los eventos evolutivos hipotéticos que parecen, de manera intuitiva, tener un fuerte patrón eran, de hecho, generados por procesos aleatorios.108
Otro ejemplo más de la imposición de explicaciones causales a los eventos aleatorios se toma de un estudio que tiene que ver con las prácticas de investigación de los psicólogos. Cuando los resultados experimentales se desviaban de las expectativas, estos científicos raras veces atribuían las desviaciones a la varianza de la muestra. Siempre podían obtener una explicación causal más persuasiva para la discrepancia.109
Incluso B. F. Skinner notó fenómenos similares en el curso de los experimentos con el condicionamiento conductual de las palomas. El patrón normal de estos experimentos era que a las palomas se les daba reforzamiento positivo, en forma de comida, siempre que picaban en el nivel adecuado en el tiempo adecuado. Para obtener alimento regularmente, tenían que aprender a picar en cierta secuencia. Skinner demostró que las palomas “aprendían” y seguían un patrón (que skinner llamó superstición) incluso cuando la comida se repartía al azar.110
Estos ejemplos sugieren que en los asuntos militares y exteriores, en donde los patrones son en su punto más alto, difíciles de discernir, puede que hay eventos para los que no hay explicaciones causales válidas. Ciertamente esto afecta la predictibilidad de los eventos y sugiere limitantes en lo que podría esperarse lógicamente de los analistas de inteligencia. This certainly affects the predictability of events and suggests limitations on what might logically be expected of intelligence analysts.
Sesgo que favorece una percepción de la dirección centralizada
Muy similar al sesgo hacia las explicaciones causales es la tendencia a ver las acciones de otros gobiernos (o grupos de cualquier tipo) como resultado intencional de una dirección y planeación centralizada. "...la mayoría de la gente tarda en percibir accidentes, consecuencias no intencionadas, coincidencias, y pequeñas causas que llevan a grandes efectos. En su lugar, se perciben acciones, planes coordinadas y conspiraciones."111 Los analistas sobreestiman el grado al que otros países persiguen políticas coherentes racionales y de maximización de metas porque esto conlleva explicaciones más coherentes, lógicas y racionales. Este sesgo también lleva a los analistas y legisladores a sobreestimar la predictabilidad de eventos futuros en otros países.
Los analistas saben que las consecuencias son con frecuencia causados por accidentes, metidas de pata, coincidencias, consecuencias sin intención de políticas bien intencionadas, ordenes indebidamente ejecutadas, negociaciones entre entidades burocráticas semi independientes, o seguir procedimientos de operación estándares bajo circunstancias poco apropiadas.112 Pero enfocarse en tales causas implica un mundo desordenado en el que las consecuencias vienen determinadas más por el azar que por el propósito. Es especialmente difícil incorporar estos elementos generalmente impredecibles en una narrativa coherente, porque raras veces se cuenta con evidencia para documentarlas oportunamente. S solamente en perspectiva histórica, después de que se han escrito las memorias y los documentos de gobierno han sido liberados, que surge la versión completa.
El sesgo tiene consecuencias importantes. Suponiendo que las acciones de un gobierno extranjero resultaran de un plan lógico de dirección central llevaría al analista a:
Tener expectativas referentes a acciones de gobiernos que no tal vez no sean cumplidas si el comportamiento es en realidad producto de valores cambiantes o inconsistentes, negociaciones burocráticas, o mera confusión y metidas de pata.
Sacar inferencias de gran alcance pero posiblemente no merecidas de juicios o acciones aislados por autoridades de gobierno que pueden estar actuando por sí mismo y de una dirección central.
Sobre estimar la capacidad de los Estados Unidos para influir en las acciones de gobierno.
Percibir políticas inconsistentes como resultado de la duplicidad y maniobras maquiavélicas, y no como el producto de liderazgos débiles, vacilación o negociaciones entre intereses burocráticos y políticos diversos.
Similitud de causa y efecto
Cuando no es factible el análisis sistemático de covariación y son posibles varias explicaciones causales alternativas, una regla práctica que se utiliza para hacer juicios de causa y efecto es considerar la similitud entre los atributos de la causa y los atributos del efecto. Las propiedades de la causa son "...inferidas sonre la base de ser correspondientes con o similares a las propiedades del efecto."113 Las cosas pesadas hacen mucho ruido; las cosas delicadas se mueven delicadamente; los animales grandes dejan huellas grandes. Cuando se trata de propiedades físicas, tales inferencias son generalmente correctas.
Sin embargo la gente tiene a razonar de la misma manera en circunstancias cuando esta inferencia no es válida. Por tanto, los analistas tienden a asumir que los eventos económicos tienen causas principalmente económicas, que los grandes eventos tienen consecuencias importantes, que los eventos pequeños no pueden afectar el curso de la historia. Tal correspondencia entre causa y efecto hace que sea una narrativa más lógica y persuasiva, más coherente, pero hay pocas bases para esperar que tales inferencias correspondan a los hechos históricos.
Fischer llama a la suposición d que una causa debe en cierto modo parecerse a su efecto la “falacia de identidad,"114 y cita como ejemplo la histografía de la Armada Española. En un peridood e varios siglos, los historiadores han escrito de las importantes consecuencias de la derrota de la Armada Española en 1588. Over a period of several centuries, historians have written of the important consequences of the English defeat of the Spanish Armada in 1588. After refuting each of these arguments, Fischer notes:
In short, it appears that the defeat of the Armada, mighty and melodramatic as it was, may have been remarkably barren of result. Its defeat may have caused very little, except the disruption of the Spanish strategy that sent it on its way. That judgment is sure to violate the patriotic instincts of every Englishman and the aesthetic sensibilities of us all. A big event must have big results, we think.115
La tendencia a razonar de acuerdo con la similitud de causa y efecto frecuentemente se encuentra en conjunto con el sesgo previamente observado hacia la inferencia de la dirección centralizada. Juntos explican la persuasión de las teorías de conspiración. Esas teorías se invocan para explicar efectos grandes para los que por otra parte no parece haber causas correspondientemente grandes. Por ejemplo, parece…”indignante que la sóla figura débil y patética de Lee Harvey Oswald alterara la historia del mundo.”116 Porque el supuesto motivo del asesinato de John Kennedy es tan disimilar del efecto que supuestamente explica en las mentes de mucho no logra cumplir con el criterio de una explicación narrativa y coherente. Si las “pequeñas” causas como errores, accidentes, y comportamientos aberrantes de un solo individuo tienen efectos grandes, entonces se deduce la implicación de que los eventos importantes suceden por razones que no tienen sentido y son aleatorias y no que tiene una resuelta dirección..
Los analistas de inteligencia quedan más expuestos que la mayoría de la gente a pruebas palpables de complots, golpes de estado, y conspiraciones en el área internacional. A pesar de esto, o tal vez por ello, la mayoría de los analistas de inteligencia no están propensos a lo que generalmente se considera a tal forma extrema, el prejuicio supuestamente influye en los juicios analíticos de muchas maneras. Al examinar las relaciones causales, los analistas por lo general construyes explicaciones causales que de algún modo están de acuerdo con la magnitud de los efectos y que atribuye los eventos a propósitos humanos o fuerzas predecibles más que debilidades humanas, confusión, y consecuencias no deliberadas.
Causas de comportamiento interno contra externo
Buena parte de la investigación de como la gente evalúa las causas del comportamiento emplea la dicotomía básica entre determinantes internos y externos de las acciones humanas. Las causas internas de comportamiento incluyen actitudes, creencias y personalidad. Las causas externas incluyen incentivos y restricciones, requisitos de su rol, presiones sociales u otras fuerzas sobre las que el individuo tiene muy poco control. La investigación examina las circunstancias bajo las que la gente atribuye el comportamiento y sea a las disposiciones estables del actor o a las características de la situación a los que el actor responde.
Las diferencias en juicios sobre lo que provoca el comportamiento de otra persona u otro gobierno afectan la manera como la gente responde a dicho comportamiento. De qué manera la gente responde a las acciones amistosas o no de otros puede ser bastante diferente si atribuyen el comportamiento a la naturaleza de la persona o del gobierno que si ven el comportamiento como resultado de restricciones circunstanciales sobre las que la persona o gobierno tienen poco control.
Un error básico que se comete al juzgar las causas del comportamiento es sobreestimar el rol de los factores internos y no darle suficiente valor al rol de los factores externos. Cuando se observa el comportamiento de otros, la gente se inclina demasiado a inferior que el comportamiento fue causado por amplias cualidades o disposiciones personales de la otra persona y a esperar que estas mismas cualidades inherentes determinen el comportamiento del actor bajo otras circunstancias. No se le asigna suficiente peso a las circunstancias externas que pudieron haber influido en la elección de comportamiento de la otra persona esta tendencia dominante ha quedado demostrada en muchos experimentos bajo circunstancias bastante diversas117y con frecuencia se ha observado en interacciones diplomáticas y militares.118
La susceptibilidad a esta parcial atribución de causalidad depende de si la gente examina su propio comportamiento o el de otros. Es el comportamiento de otros que la gente tiende a atribuir a la naturaleza del actor, en tanto que ellos ven su propio comportamiento como condicionado casi en su totalidad por la situación en la que se encuentran. Esta diferencia se explica en gran parte por las diferencias en la información de que se dispone de los actores y observadores. La gente sabe mucho más de ella misma.
El actor tiene consciencia detallada de la historia de sus propias acciones bajo similares circunstancias. Al evaluar las causas de nuestros propios comportamientos, es probable que consideremos nuestro comportamiento anterior y nos enfoquemos en la manera como se ha influenciado por las diferentes circunstancias. Estas variables circunstanciales se vuelven la base para explicar nuestro propio comportamiento. Esto contrasta con el observador, que típicamente carece de conocimiento detallado del comportamiento pasado de la otra persona. El observador es proclive a enfocarse en como se compara el comportamiento de la persona con el comportamiento de otros bajo circunstancias similares. 119 Esta diferencia en el tipo y cantidad de información disponible para los actores y observadores aplica tanto a los gobiernos como a la gente.
El involucramiento personal de un actor en las acciones que se están observando aumenta la probabilidad de que ocurra el sesgo. "En donde el observador también es un actor, es probable que exagere la exclusividad y enfatice los orígenes temperamentales de las respuestas de otro con respecto a sus propias acciones. "120 Se debe a que el observador asume que sus propias acciones no son provocadoras, que son entendidas claramente por otros actores, y que están bien diseñadas para evocar una respuesta deseada. Así pues, un observador que actúa con otro actor se ve a sí mismo determinando la situación a la que el otro actor responde. Cuando el actor no responde como se espera, la inferencia lógica es que la respuesta fue provocada por la naturaleza del actor y no de la situación.
Los analistas de inteligencia están familiarizados con el problema de sopesar las causas internas con las externas del comportamiento en número de contextos. Cuando un nuevo líder asume el control del gobierno extranjero los analistas evalúan el probable impacto del nuevo liderazgo en la política de gobierno. Por ejemplo, ¿el anterior ministro de defensa que ahora es primer ministro seguirá pugnando por lograr aumentos en el presupuesto de defensa? Los analistas sopesan las predisposiciones conocidas del nuevo primer ministro, con base en el desempeño de sus puestos anteriores, contra los requisitos de la situación que restringe las opciones disponibles. Si se dispone de información relativamente completa en las restricciones circunstanciales, los analistas pueden dar un juicio exacto sobre las preguntas. A falta de dicha información, tienden a errar del lado de asumir que las predisposiciones personales del individuo incitarán a seguir actuando como en el pasado.
Considere la invasión soviética de Afganistán. La percepción de los soviéticos de su propio comportamiento era indudablemente muy diferente a la percepción a la que tenían los americanos. La teoría de la atribución causal sugiere que los líderes soviéticos verían la invasión como una reacción a los imperativos de la situación en el sur de Asia en ese momento, como la amenaza del nacionalismo islámico extendiéndose desde Irán hasta Afganistán entrando a la Unión Soviética. Además, ellos percibirían la falta de entendimiento de los EU en su interés nacional legítimo como provocado por la hostilidad fundamental de los Estados Unidos.121
De manera opuesta, los observadores de la invasión soviética se inclinarían a atribuirlo a la naturaleza agresiva y expansionista del régimen soviético. El disgusto por la Unión soviética y la falta de información sobre las restricciones de la situación percibida por los soviéticos mismos probablemente exacerbaría la predisposición de atribución.122 Además, al grado que este prejuicio surja del conocimiento insuficiente de las presiones y restricciones de la situación, se podría esperar que los legisladores que no son expertos en el tema soviético tengan una predisposición más fuerte que los analistas que se especializan en la Unión Soviética. Con su mayor base de información sobre variables circunstanciales, los especialistas pueden ser más capaces de tomar en cuenta estas variables.
A veces los especialistas se meten tanto en los asuntos del país que están analizando que comienzan a asumir la perspectiva y los prejuicios del los líderes de ese país. Durante la Guerra Fría, hubo una persistente diferencia entre los especialistas de la CIA en asuntos soviéticos y los de asuntos chinos cuando se trataba con las relaciones sino soviéticas. Durante los choques ocurridos en la frontera en 1969, por ejemplo, los especialistas en la USSR discutieron que los chinos estaban siendo “provocadores”. Estos especialistas tendían a aceptar las versiones del régimen soviético en cuanto a la historia y alineamiento fronterizo. Los especialistas en asuntos chinos tendían a tomar la opinión opuesta, o sea, que los arrogantes rusos se comportaban como frecuentemente lo hacen, en tanto que los chinos sencillamente reaccionaban a la arrogancia de los soviéticos.123 En otras palabras, los analistas asumieron la misma perspectiva predispuesta que los líderes del país del que eran más conocedores. Un relato objetivo de las relaciones causales pudo haber estado en algún lado entre estas dos posturas.
Las negociaciones de paz entre Egipto e Israel en 1978-1979 ofrecieron otro ejemplo del aparente predisposición de atribución causal. En palabras de uno de los observadores en ese entonces:
Los egipcios atribuyen la fuerza de voluntad para firmar tratados con Israel debido a su inherente disposición para la paz; los israelitas explican la voluntad de los egipcios como resultado de una economía en deterioro y una creciente consciencia de la superioridad militar israelita. Por otra parte, los israelitas atribuyen su propia disposición al acomodo debido a su siempre preferencia por la paz. Egipto, sin embargo, explica los compromisos de Israel referente al Sinaí, por ejemplo, como resultado de presiones tales como inducciones positivas y amenazas de sanciones negativas de los Estados Unidos. Además, algunos egipcios atribuyen el comportamiento indeseable de Israel, como el establecimiento de los asentamientos judíos en Cisjordania, el Jordán, debidos al expansionismo sionista. Si Israel no se asentara en esos territorios, los egipcios podrían justificar tal comportamiento deseable debido a restricciones externas, como la condena del mundo occidental por los asentamientos. Por otra parte los israelíes explican el resultado no deseable, como la tendencia de los egipcios a lanzar amenazas para sacarlos hacia el mar, resultado de la oposición inherente a un estado judío en Oriente Medio. Cuando los egipcios dejaron de lanzar las amenazas, los israelitas lo atribuyeron a circunstancias externas, como la superioridad militar relativa de Israel.124
La tendencia persistente a atribuir causa y efecto de esta manera no es nada más consecuencia del propio interés o propaganda de las partes opuestas sino el resultado entendible y predecible de cómo la gente atribuye normalmente la causalidad bajo diferentes circunstancias.
Como regla general, la atribución de causalidad ayuda sembrar las semillas de la desconfianza y mal entendidos entre gente y entre gobiernos. Tendemos a tener percepciones bastantes diferentes de las causas del comportamiento de cada uno.
Sobrestimando la propia importancia
Los individuos y gobiernos tienden a sobreestimar el grado al que influyen exitosamente en el comportamiento de los demás.125 Resulta ser una excepción a la generalización previamente observada de que los observadores atribuyen el comportamiento de los demás a la naturaleza del actor. Ocurre en su mayor parte porque una persona está tan familiarizada con sus esfuerzos por influir a los demás, pero mucho menos informado de otros factores que podrían influenciar la decisión del otro.
Al estimar la influencia de la política de los Estados Unidos sobre las acciones de gobierno, los analistas más frecuentemente que no conocerán las acciones de los EU y la intención que quieren lograr pero en mucho casos estarán menos informados en cuanto a los procesos internos, presiones políticas, conflictos políticos, y otras influencias sobre las decisiones del gobierno objetivo.
Puede que este sesgo hay tenido relevancia en el reciente fracaso para anticiparse a la pruebas de armamento llevadas a cabo por la India aun cuando dicho gobierno fue en parte elegido sobre la promesa de que agregaría armamento nuclear al arsenal militar de la India. La mayoría de los analistas norteamericanos aparentemente no le dieron importancia a las promesas como retórica de campaña, creyendo que la India se verían disuadida de unirse al club nuclear por la sanciones económicas, y presiones diplomáticas. Los analistas sobrestimaron la capacidad de la política de los EU de influir en las decisiones de los indios.
Cuando los actos realizados por otros países van de acuerdo con los deseos de los Estados Unidos, la explicación más obvia, en ausencia de fuerte evidencia de lo contrario, es que la política de los Estados Unidos influye efectivamente en la decisión126. De manera opuesta, cuando otro país se comporta de manera no deseada, es normal atribuirlo a factores que están más allá del control de los EU. La gente y los gobiernos rara vez consideran la posibilidad de que sus propias acciones hayan tenido consecuencias no deliberadas. Suponen que las intenciones se han percibido correctamente y que las acciones tendrán el efecto deseado a menos que por causas externas se vean frustradas.
Se ha demostrado mediante muchas encuestas y experimentos de laboratorio que por lo general la gente percibe sus propias acciones como la causa de sus éxitos pero no de sus fracasos. Cuando los niños o los estudiantes salen bien, los maestros o los supervisores se llevan parte del mérito; cuando no es así, sus mentores rara vez asumen la culpa de ello. Por lo general los candidatos del congreso creen que su propio comportamiento contribuyó a la Victoria en tanto que los no exitosos culpando la derrota a factores que están más allá de su control.
Otro ejemplo de la exhibición de fuerza que mostró los Estados Unidos después de la caída de la Unión soviética. De acuerdo con unos, la caída de la USSR fue provocada por fuertes políticas, como el aumento en el presupuesto de defensa y la Iniciativa de Defensa Estratégica que hizo que los líderes soviéticos se dieran cuenta de que ya no podían competir con los Estados Unidos. Los medio informativos norteamericanos repitieron la historia por semanas, entrevistando a mucha gente, algunos expertos, otros no, sobre por qué cayó la Unión soviética. Los estudiantes más serios entienden que hubo muchas razones de la caída de la Unión Soviética, la más importante de las cuales eran los problemas internos provocados por la naturaleza misma del sistema soviético.
La gente y los gobiernos tienden a sobreestimar su propia importancia como blanco de las acciones de otros. Son sensibles al impacto que las acciones de otros tienen en ellos, y por lo general asumen que la gente y los gobiernos tienen la intención de hacer lo que hacen y la intención de que tenga el efecto que tiene.
Al analizar las razones de por qué otros actúan como lo hacen, es común preguntar, "¿Qué metas persigue la persona o el gobierno?" Pero las metas por lo general se infieren de los efectos del comportamiento, y los efectos que son mejor conocidos y con frecuencia parecen ser los más importantes son los efectos que presentan en nosotros mismos. Por lo que las acciones que nos lastiman se interpretan por lo común como expresiones intencionales de hostilidad dirigida hacia nosotros. Por supuesto, ésta será una interpretación exacta, pero a veces la gente no reconoce que las acciones que parecen dirigidas a ellos son en realidad la consecuencia sin intención de las decisiones tomadas por otras razones.
Ilusión de Correlación
Al inicio de este capítulo, se mencionó a la covariación como una base para inferir la causalidad. Se observó que se puede observar intuitivamente o medir estadísticamente. En esta sección se examina el grado al que se desvía la percepción intuitiva de la covariación de la medición estadística de la covariación.
A la medición estadística de la covariación se le conoce como correlación y se dice que dos eventos están correlacionados cuando la existencia de uno implica la existencia del otro. Las variables están correlacionadas cuando el cambio de una variable implica un grado de cambio similar en otro. La correlación en sí no necesariamente implica causalidad. Por ejemplo, dos eventos podrían co-ocurrir por tener una causa común, y no porque uno sea origen del otro. Pero cuando ocurren dos eventos o cambios, y la secuencia de tiempo es tal que uno siempre sigue al otro, la gente infiere que el primero provocó el segundo. En consecuencia, debido a la percepción inexacta de la correlación se tiene una percepción inexacta de la causa y efecto.
Los juicios de correlación son fundamentales para todo el análisis de inteligencia. Por ejemplo, las suposiciones de que el empeoramiento de las condiciones económicas conducen a mayor apoyo político para un partido de oposición, que los problemas internos pueden llevar a que del extranjero se cometan imprudencias, que el gobierno militar lleva a desenvolvimiento de instituciones democráticas, o que las negociaciones tienen más éxito cuando se efectúan desde una postura de fortaleza se basan todas en juicios intuitivos de correlación entre las variables. En muchos casos las suposiciones son correctas, pero raras veces se someten a prueba mediante la observación sistemática y el análisis estadístico.
Buena parte del análisis de se basa en suposiciones de sentido común sobre la manera como se comportan normalmente las personas y los gobiernos. El problema es que la gente tiene gran facilidad para invocar “leyes” contradictorias de comportamiento para explicar, predecir o justificar diferentes acciones que ocurren en circunstancias similares. "Haste makes waste" y "El que se equivoca pierde" son ejemplos de explicaciones y dichos inconsistentes. Tienen mucho sentido cuando se usan solos y nos dejan mal cuando se presentan juntos. "El apaciguamiento invita a la agresión" y "el acuerdo se basa en compromisos" son expresiones similarmente contradictorias.
Ante contradicciones aparentes, la defensa natural es que “todo depende de…”Reconocer la necesidad de contar con juicios de calificación es una de las diferencias entre el procesamiento de información subconsciente y el análisis sistemático, auto consciente. Se puede identificar un muy buen análisis por la capacidad para llenar el requisito, y un análisis cuidadoso; por la frecuencia con la que uno recuerda hacerlo.127
La ilusión de correlación se presenta cuando la gente percibe una relación que de hecho no existe. Al ver una serie de casos, parece que la gente con frecuencia se centra en momentos que apoyan la existencia de una relación pero ignoran aquellos en que no la apoyan. Se ha demostrado en diversos experimentos que la gente no cuenta con el conocimiento intuitivo de qué información realmente se necesita para evaluar una relación entre dos eventos o dos variables. Parece que no hay nada en la comprensión intuitiva de la gente que corresponda al concepto estadístico de la correlación.
Se sometió a prueba a enfermeras sobre la capacidad de aprender a juzgar, a través de la experiencia, una relación, o correlación, entre un síntoma y el diagnóstico de una enfermedad.128 A cada una se le mostraron 100 tarjetas; cada tarjeta representaba a un paciente. Las tarjetas tenían una fila de cuatro letras en la parte de arriba que representaba diversos síntomas y otra hilera de cuatro letras en la parte de abajo que representaba el diagnóstico. Se les instruyó para que se centraran en solamente una letra (A) que representaba un síntoma y una letra (F) que representaba un diagnóstico, y luego juzgar si el síntoma A se relacionara con el diagnóstico F. En otras palabras, con base en la experiencia con estos 100 “pacientes”, ¿Ayuda la presencia del síntoma A a diagnosticar la presencia de la enfermedad F? el experimento se hizo varias veces utilizando diferentes grados de relación entre A y F.
Póngase por un momento en la posición del sujeto de prueba. Ha revisado las tarjetas y notado que en aproximadamente 25 de ellas, o en cuarto de los casos, el síntoma y la enfermedad, A y F, se encuentran presentes. ¿Me diría que existe una relación? ¿Por qué? ¿Es adecuado emitir un juicio únicamente sobre la base de la frecuencia de los casos que apoyan la hipótesis de una relación entre A y F? ¿Qué más se necesita saber? Sería de ayuda tener un número de casos en los que el síntoma A se encuentre presente sin la enfermedad F? Digamos que esto es válido para 25 tarjetas, de modo que de las 100 tarjetas, 50 tenían A y 25 de esas tarjetas con A también presentaban F. En otras palabras, la enfermedad se hallaba presente en la mitad de los casos en los que se observó el síntoma. ¿Es suficiente establecer una relación, o es también necesario saber el número de veces que la enfermedad se hallaba presente sin el síntoma?
En realidad para determinar la existencia de una relación, se necesita información para llenar las cuatro celdas de una tabla de contingencia de 2 x 2. En la figura 16 se muestra dicha tabla para una etapa de prueba de este experimento. En la tabla muestra el número de casos de pacientes que tienen cada uno de ellos cuatro posibles combinaciones de síntomas y enfermedades.
Figura 16
Diecinueve sujetos de prueba a los que se les dieron 100 tarjetas que representaban esta combinación en particular de A y F pensaron que había una relación débil, y varios que era fuerte, cuando de hecho, no había ninguna correlación en lo absoluto. Más de la mitad de los sujetos de la prueba basaron su juicio únicamente en la frecuencia de casos en los que se hallaban presente tanto A como F. Esta es la celda superior izquierda de la tabla. Estos sujetos trataron determinar si hubo una relación entre A y F. Al revisar las tarjetas, el 25 por ciento de los casos que ellos revisaron estaba de acuerdo con la creencia de que el síntoma y el diagnóstico correlacionaban perfectamente; esto parece ser bastante evidencia para dar apoyo a la relación bajo hipótesis. Otro grupo, menos grande, de sujetos de prueba utilizó un razonamiento más sofisticado. Vieron el número total de casos A y luego preguntaron en cuántos de los casos se encontraba presente F. Este es el lado izquierdo de la tabla en la Figura 16. Un tercer grupo se resistía al concepto de hacer generalizaciones estadísticas. Cuando se les pidió que describieran su razonamiento, dijeron que a veces se hallaba presente una relación y en otros casos no.
De los 86 sujetos de prueba que participaron en las pruebas, ni uno sólo entendió intuitivamente el concepto de correlación. Esto es, nadie entendió que para hacer un juicio adecuado sobre la existencia de una relación, se debe tener información en las cuatro celdas de la tabla. La correlación estadística en su forma más elemental se basa en la relación de las sumas de las frecuencias en las celdas diagonales de una tabla de 2 x 2. En otras palabras, un predominio de datos a lo largo de una diagonal representa una relación estadística entre las dos variables.
Consideremos la pregunta similar de correlación en un tema de interés para los analistas de inteligencia. ¿Cuáles son las características de un engaño estratégico y de qué manera lo pueden detectar los analistas? Al estudiar el engaño, una de las preguntas importantes es: ¿Cuáles son los correlacionantes del engaño? Históricamente cuando los analistas estudian momentos de engaño, ¿Qué más ven que vaya por la misma línea, o que de algún modo se relacione con el engaño, y pudiera interpretarse como indicador del engaño? ¿Existen ciertas practicas relacionadas con el engaño, o circunstancias en las que el engaño sea más probable, que le permita a uno decir que porque hemos visto x o y o z, resulta muy probable que esto signifique que se ha emprendido un plan para engañar? Esto sería comparable a un doctor que observa ciertos síntomas y concluye que se haya presente una enfermedad determinada. Sería esencialmente un problema de correlación. Si se pudieran identificar varios correlacionantes del engaño, ayudaría bastante a los esfuerzos por detectarlo.
Se ha propuesto la hipótesis de que el engaño es más probable cuando los riesgos son excepcionalmente altos.129 Si esta hipótesis es correcta, los analistas deberán estar, en muchos casos, alertas al engaño. Se pueden citar ejemplos que apoyan esta hipótesis, como el de Pearl Harbor, los desembarques en Normandía, y la invasión alemana de la Unión soviética. Parece como si la hipótesis tuviera apoyo considerable, dado que es fácil recordar ejemplos de situaciones de alto riesgo en los que se utilizó el engaño. Pero considere lo que se necesitaría para demostrar, empíricamente, que tal relación existe. En la figura 17 se establece el problema en forma de tabla de contingencia de 2 x 2.
Figura 17
Barton Whaley investigó 68 cases en los que entre 1914 y 1968 estuvo presente la sorpresa o el engaño en las operaciones de estrategia militar.130 Supongamos que cierta forma de engaño, así como de sorpresa, estuvo presente en los 68 casos y ponga este número en la celda superior izquierda de la tabla. ¿Cuántos casos hay de alto riesgo en los que no se utilizó el engaño? Esto es mucho más difícil de pensar y de averiguar, rara vez se dedica mucho esfuerzo a la documentación de los casos negativos, aquellos en los que algo no ocurrió. Afortunadamente, Whaley hizo un estimado de que durante este periodo tanto el engaño como la sorpresa se hallaban ausentes entre un tercio y la mitad de los casos de “gran estrategia”, el cual es la base para poner el número 35 en la celda inferior izquierda de la Figura 17.
¿Qué tan común es el engaño cuando los riesgos no son altos? Esta es la celda superior derecha de la Figura 17. Datos para esta celda y la inferior derecha son difíciles de estimar; requieren definir un universo de casos que incluyen situaciones de bajo riesgo. ¿Cuál es la situación de bajo riesgo en este contexto? Las situaciones de alto riesgo son definibles, pero hay casi un número y variedad infinitos de situaciones de bajo riesgo. Debido a esta dificultad, tal vez no sea factible utilizar la tabla completa de 2 x 2 para analizar la relación que existe entre el engaño y el alto riesgo.
Tal vez sea necesario conformarse con el lado izquierdo de la tabla de la Figura 17 pero no podemos demostrar empíricamente que uno debería estar más alerta al engaño en las situaciones de alto riesgo, porque no hay bases para comparar los casos de alto riesgo con los de bajo riesgo. Si el engaño es aún más común en las situaciones tácticas que lo que es en las situaciones estratégicas de alto riesgo entonces los analistas no deberán inclinarse más en sospechar de engaño cuando los riegos son altos.
Realmente no queda claro de si hay una relación entre las situaciones de engaño y de alto riesgo porque no existen suficientes datos. Intuitivamente, las corazonadas pueden indicar que la hay, y pueden estar en los cierto. Pero tal sienta principalmente porque se inclina a enfocarse en la celda superior izquierda que sí sugiere tal relación. La gente tiende a descuidar casos en los que la relación no existe, al igual que son mucho menos notorios.
La lección a aprenderse no es que los analistas deban hacer análisis estadístico de cada relación ya que por lo general no tendrán la información, el tiempo o el interés para ello sino que deberán entender de manera general lo que se requiere para saber si existe una relación. Este conocimiento definitivamente no forma parte del conocimiento intuitivo de la gente. No llega de manera natural sino que tiene que ser aprendido. Cuando se trate con cuestiones como éstas, los analistas tienen que forzarse a pensar en las cuatro celdas de la tabla y en la información que sería necesaria para llenar cada una de ellas.
Incluso si los analistas siguen estos consejos, existen varios factores que distorsionan el juicio cuando no se siguen los procedimientos científicos rigurosos al hacer y registrar las observaciones. Estos son los factores que influyen en la capacidad de una persona para recordar ejemplos que entren en las cuatro celdas. Por ejemplo, la gente recuerda los eventos con más facilidad que los no eventos. "La historia es, con todo, un registro de lo que la gente hizo, y no de lo que no lograron hacer"131
Por ende, es más fácil recordar momentos en que hubo engaño que aquellos en los que no lo hubo. Los analistas recuerdan momentos que apoyan la relación bajo análisis mejor que aquellos en que no. Al grado en el que la percepción se vea influenciada por las expectativas, los analistas habrán perdido o descontado los momentos contrarios. La gente guarda mejor memoria de eventos recientes, de eventos en los que se involucró personalmente, y que tuvieron consecuencias importantes, etc. Estos factores presentan una influencia significativa en la percepción de la correlación cuando los analistas hacen juicios intuitivos sin tratar conscientemente de pensar en las cuatro celdas de la tabla.
Muchas teorías erróneas se perpetúan porque parecen plausibles y porque la gente registra sus experiencias de un modo que las apoya y no que las refuta. Ross describe este proceso como se describe a continuación:
..el observador intuitivo codifica de manera selectiva aquellos datos potencialmente relevantes para la relación entre X y Y. Los puntos de datos que se adaptan a su hipótesis y a las predicciones son aceptadas como confiables, válidas, representativas, y libres de error o influencias de tercera influencia." Tales puntos de datos se ven como representativos de la relación “real” entre X y Y. En sentido opuesto, es poco probable que a los puntos de datos que se desvían notablemente de las expectativas o teoría intuitivas se les de gran peso y tienden a ser descartados como poco confiables, erróneos, poco representativos, o el producto de influencias de tercera variable contaminantes. Por ende el científico intuitivo que cree que los gordos son alegres, o más específicamente que la gordura es causa de la alegría, verá a los gordos y alegres como prueba de su teoría, no considerará la hipótesis de que la alegría de un individuo es mera pretensión o producto de una vida particularmente hogareña y feliz y no de la obesidad. En sentido opuesto, los gordos y morosos serán examinados con mucho cuidado antes de tener acceso al cúmulo de información importante del científico. Por ejemplo, podría buscar determinar si la morosidad de un individuo en el día en cuestión es atípica, o el resultado de un frío persistente o de un día poco alentador, y no del reflejo de un atributo estable. Apenas se necesita enfatizar que incluso un conjunto de datos generados al azar produce una correlación relativamente alta si se codifica de la manera que se acaba de describir.132

jueves, 28 de diciembre de 2006

Validación Subjetiva

Validación Subjetiva

Percibir patrones y conexiones que en realidad no existen

A la validación subjetiva se le denomina también “Efecto de Validación Personal” ya que se refiere al proceso por el que se acepta como válida alguna afirmación o fenómeno solamente por haber tenido unas cuantas experiencias personales y/o percepción subjetiva. En realidad, se presenta este error cuando una persona, debido a sus creencias percibe, expectativas e hipótesis sobre el mundo, algún tipo de relación más profunda y oculta entre dos eventos independientes.

De acuerdo con las premisas con las que esta persona interpreta el mundo, tal relación debe existir necesariamente, así que la persona encuentra la manera de explicar la información en términos de la supuesta relación. Esta validación subjetiva viene regularmente acompañada del Prejuicio de Confirmación en donde la persona otorga mayor peso a las pruebas que confirman su creencia que a aquella que podría ponerlas en duda.

Esta validación subjetiva se halla por lo general en el centro de los fenómenos de experiencias paranormales. Por ejemplo, cuando se trata de lecturas hechas por astrólogos o psíquicos, la persona se centrará rápidamente en los aciertos y los recordará, pero se olvidará o ignorará los desaciertos. De esta manera, la persona habrá dado validez subjetiva a la creencia de que existe algún tipo de conexión astrológica o psíquica entre las cosas del universo.

La validación subjetiva también se utiliza para describir cómo la gente confía en exceso en sus prejuicios y en las ideas que prefiere. Esencialmente, nos convencemos a nosotros mismos de que estamos en lo correcto aun cuando la información con que contamos nos debería convencer de que estamos equivocados, o cuando menos de que no es sólido el caso que sostiene nuestra postura. Se podría decir que deberíamos conocernos bien, pero nuestros deseos son tan poderosos que anulan nuestro mejor sentido.

A su vez, esto puede llevarnos a tener todo tipo de problemas cuando llega el momento de defender nuestra postura ante los retos y dudas planteadas por otros que no tienen ninguna unión emocional ni psicológica a la idea de que nuestras afirmaciones deben ser verdad. Podríamos economizar la verdad, podríamos evitar ciertas preguntas, e incluso podríamos racionalizar nuestra postura.

Otro nombre común que damos a la Validación subjetiva es el de Efecto Forer, por el psicólogo que lo descubrió. En sus experimentos, Forer encontró en 1948 con sus alumnos que una persona puede estar dispuesta a aceptar como exclusiva una vaga descripción de su personalidad, aun cuando la misma descripción exacta aplicaría igual a todos.

En el experimento, Forer realizó una prueba de personalidad a sus estudiantes y sin molestarse en leerla, les devolvió un análisis general de personalidad, el mismo que le dio a todos, y que había tomado de la columna de astrología de un periódico. Les preguntó a los estudiantes que clasificaran su análisis y recibió una respuesta abrumadoramente positiva. Sus estudiantes estaban convencidos de que podía leer sus personalidades. Por décadas el mismo experimento ha sido aplicado en variados contextos y los resultados siguen siendo los mismos.

¿Por qué funciona el Efecto Furor? Se han dado varias explicaciones, desde la credibilidad de los humanos, hasta llegar a pensar que lo que uno cree es cierto, pasando por la ignorancia. Sin embargo, parece proporcionar una base para entender por qué la gente acepta cuestiones como la astrología, grafología adivinación y otras pseudociencias.

La mejor manera de tratar a alguien cuyas afirmaciones se basan en la validación subjetiva es señalarles que lo que realmente necesitan es la validación independiente y la confirmación. Las pruebas independientes de alguna fuente que no está en riesgo serían en última instancia de mucha utilidad. Igual de bueno lo sería un experimento que pudiera desacreditar tal creencia. De no poderse lograrse, entonces sería razonable señalar que la creencia es muy racional.